Perfeccionar los filtros, eliminar la inscripción automática, transparencia y control permanente, entre otros puntos, requiere el Seguro Integral de Salud (Foto Andina).
Cuando
uno abre internet e ingresa al portal del Sistema Integral de Salud, lo primero
que aparece es el banner: "Con la salud no se juega".
Y
continúa: "El Ministerio de Salud pone a disposición su sistema de
denuncias para informar o alertar sobre
tráfico de influencias, venta de puestos de trabajo, contrato de obras,
equipos, medicamentos y cobros indebidos".
"Denuncie
cualquier acto de corrupción al correo: denuncias@minsa.gob.pe. Protegeremos la
identidad del denunciante".
Con
todas esas advertencias, resulta inconcebible admitir que ese organismo haya
marcado la primera crisis de corrupción del gobierno actual.
Nadie
imaginó que la revelación de los audios de un exasesor presidencial serviría
para destapar un increíble negociado mediante el convenio con una clínica.
Vale
anotar que el SIS fue creado el 2002 mediante la fusión del seguro escolar
gratuito y el seguro materno infantil.
El
objetivo fundamental era atender los problemas de salud de los ciudadanos en
estado de pobreza extrema y a las poblaciones vulnerables.
Según
estudios demográficos, en el país existe un promedio de siete millones de
personas en esa condición.
Sin
embargo, efectuadas las primeras indagaciones se determinó que el sistema
atiende a diecisiete millones. Lo que
supera cualquier estimación.
La
revelación encendió todas las alertas y comenzó a desenvolver la madeja señalando,
en un principio, que figuraban en sus padrones tres congresistas y un regidor
municipal limeño.
Más
tarde aparecieron los nombres de personas vinculadas a la farándula y el
espectáculo, muchas de las cuales ganan en dólares.
Aún
más, se recordó una norma, de carácter populista promulgada el 2013, que
incluyó a toda la población penal, donde figuran internos de envidiable
solvencia económica.
Para
decirlo en términos bíblicos, guardando el debido respeto a las sagradas
escrituras, el SIS se convirtió en el Arca de Noé en cuanto a atención de salud
se refiere.
En
este aspecto, quedó comprobado que los filtros de control, verificación y
supervisión fracasaron por completo.
La
superpoblación de inscritos, así como posibles convenios no muy cristalinos con
ciertas clínicas privadas, condujeron al descalabro económico del sistema.
Conste
que el SIS destina cien millones de soles de su presupuesto para firmar
contratos con proveedores privados.
Ciento
veinte clínicas están registradas en calidad de asociadas a la red a nivel
nacional y en condiciones de prestar sus servicios.
Todo
esto incrementa los gastos. Según los primeros cálculos, se anuncia que afronta
una deuda superior a los quinientos millones de soles.
Aparte
de eso, los nosocomios del Estado destinados a la atención de los pacientes
carecen de insumos y una serie de elementos básicos.
Ante
esta caótica situación, el Ejecutivo informó a comienzos de mes que durante
cuatro meses evaluará la forma como el SIS administra sus fondos.
Igualmente,
y de manera increíble por primera vez en casi quince años, la Contraloría
efectuará un análisis del manejo administrativo y financiero de la institución.
Lo
aconsejable es la reorganización completa, perfeccionar los canales de ingreso
y mantener una supervisión permanente...
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