Kuczynski, el hombre que se hizo
llamar por sus dos nombres, desciende las escalinatas la última vez que pisó palacio de gobierno en Lima. (Correo).
Pablo
Kuczynski, expresidente del Perú, renunció al cargo, pero dejó una curiosa
anécdota tras su paso por la política nacional.
A
diferencia de otros mandatarios y de la gente común y corriente, se hizo llamar
por sus dos nombres.
Envolvió
en esa original propuesta a sus partidarios, políticos, ciudadanos y a los
propios periodistas.
Casi
todos, se dejaron arrastrar por la forma como él deseaba ser nombrado. Obedecieron ciegamente.
En la práctica, de
manera particular, consideramos que, a pesar de ser el
jefe de Estado, no había necesidad de seguirle la corriente al pie de la letra.
La
evidencia está en los artículos que publicamos en Prensa Virtual Trujillo, el
vespertino Satélite y los comentarios vertidos en el noticiero radial Réplica
Desde
su aparición en el consenso político peruano, optamos por mencionarlo con un
solo nombre: Pablo.
El
otro, de plano, era innecesario. Servía solo para completar las siglas de su
alicaído partido, hoy sin la presencia su máximo representante...
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