Tammie Jo Shults, con la indumentaria de piloto del avión caza de combate F-18 que aparece a sus espaldas. (Reuters).
Más
de tres mil millones de personas viajan cada año por vía aérea en el mundo
entero.
Utilizan
el medio de comunicación más rápido, directo y seguro que existe.
Como
lo hizo centenar y medio de pasajeros de la compañía Southwest Airlines que, hace
poco, cubría un vuelo de rutina de Nueva York a Dallas.
Todo era normal. Como suelen ser los viajes en avión.
Cuando observamos las nubes bajo nuestros pies, mientras leemos un libro.
De repente, un estrepitoso ruido y una violenta sacudida interrumpieron
la calma. Sucedía algo grave. El motor izquierdo de la nave había estallado.
Las
esquirlas destrozaron el cristal de una ventana
y la diferencia de presión intentaba expulsar del interior a una dama.
Dos
personas, sin entrar en pánico, tras denodado esfuerzo, lograron rescatarla.
Fatalmente falleció a causa de las heridas.
A
pesar la crítica situación. Con una sola turbina activa. Bamboleándose de un
lado a otro, la nave continuaba a siete mil metros de altura.
Mientras
tanto. ¿Qué ocurría en la cabina de mando...?
En ese reducido espacio delantero, una mujer, Tammie Jo
Shults, la piloto, hacía lo más aconsejable. Empezando por no romper en llanto.
Se mantuvo serena. Templó los nervios y concentró sus cinco
sentidos en cada uno de los movimientos que ejecutaba.
El objetivo era conservar la autonomía de vuelo del
aparato. Con el único motor debía intentar un aterrizaje forzoso y evitar una
tragedia mayor.
Informar sobre el suceso era obligatorio. Se comunicó con
la torre de control del aeropuerto más cercano. El de Filadelfia..
-- Somos Southwest Airlines. Vuelo 1380. Tenemos
un solo motor. Perdimos parte de la nave, así que precisaremos desacelerar un
poco.
El diálogo continuó:
-- ¿Pueden esperarnos los médicos en la
pista también...? Tenemos pasajeros heridos.
-- ¿Está el avión
físicamente en fuego...? --pregunto, desde la base, el preocupado operador.
-- No. No está en fuego.
Pero le falta una parte... --respondió Shults guardando la tranquilidad a toda costa.
Veinticinco minutos, que fueron
eternos, separaban el avión siniestrado de la pista de aterrizaje.
Y Tammie logró la hazaña de guiar y posar con
seguridad la aeronave sobre tierra en medio del sonoro aplauso de los pasajeros
por su coraje y valentía.
-- Tiene nervios de
acero --declaró emocionado a
la prensa uno de los viajeros que estuvo a bordo.
-- ¡Aplausos para esa
señorita...! Le tengo que mandar tarjeta de Navidad con un regalo por haberme
traído a salvo a tierra. ¡Es genial...! --pronunció otro.
Estado en que quedó la turbina izquierda del avión que estalló en el aire. (Efe).
¿Qué
tuvo en particular Jo Shults para convertirse en la heroína que salvó más de 140 vidas...?
Haber
sido piloto del famoso avión caza de combate F-18 Hornet cuando se alistó en la
Marina de Guerra de Estados Unidos.
Aprendió
allí a deslizarse en el aire a velocidades supersónicas. Dar mil volteretas boca
arriba. Controlar las emociones y perder el miedo.
Ante el
trance que sufrió el avión comercial que pilotaba ese día, solo tuvo que
emplear sus conocimientos y la experiencia adquirida.
Tammie,
a quien algunos de los que salvó la consideran "un ángel", es un
ejemplo de lo que son capaces las mujeres cuando se lo proponen.
Había
oído hablar de milagros. Ahora sé que, en verdad, ocurren...
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