Preciso instante del crucial momento que pasó el congresista Guido Lombardi. (Captura You Tube).
Un
hecho insólito sucedió en la política peruana en plena Semana Santa.
Salía
el congresista Guido Lombardi de palacio de gobierno, luego de sostener un breve
diálogo con el presidente Martín Vizcarra.
La prensa,
que rondaba el lugar, lo abordó en la vía pública.
Mientras
declaraba a los periodistas, una ama de casa se acercó por la espalda y le
preguntó:
-- ¿Cuánta plata tienes...?
El
parlamentario, que no padece las penurias de la gente, tomándolo a la broma,
respondió:
-- Mucha.
De
inmediato, y sin mediar palabra alguna, la mujer le lanzó una bofetada.
En momentos que la policía procedía a retirarla del lugar,
el abochornado legislador solo atinó a decir:
-- Es una señora que está fuera de
sus cabales.
Aunque
no es la manera correcta de protestar, similar actitud podrían adoptar los peruanos
que, según las encuestas, no aprueban la labor del congreso.
Resulta
que sobre varios de ellos, recaen graves acusaciones, otros pese a haber
mentido en sus hojas de vida, no son sancionados y hasta proponen proyectos
impopulares.
Alrededor
de un centenar de denuncias fueron presentadas contra congresistas y la
comisión de ética, apenas sancionó a
tres o cuatro.
Un
apreciable sector de la población considera que los parlamentarios ganan
demasiado y otro, cree que solo deberían ser dos por región.
Aparte
de la inmunidad, que en tiempos de corrupción los protege de ser investigados,
gozan de infinidad de beneficios económicos.
Como las
gratificaciones de 15,600 soles por fiestas patrias y navidad, mientras el
resto de trabajadores del Estado apenas reciben 300.
A ello
hay que añadir la canasta navideña valorizada en cerca de mil soles, el pavo y
el bono de 500 soles para gastarlo en lo que se les antoje.
Solo en
ese aspecto, el sagrado principio democrático de igualdad, respeto y
consideración a la dignidad humana, queda relegado en el último peldaño.
Algo
más. Como si no estuvieran capacitados para cumplir su labor, cada uno cuenta
con seis asesores cuyo salario asciende a varios miles de soles. ¿Con dos no
sería suficiente...?
Qué
decir de la pensión vitalicia que percibirán hasta el fin de sus días. Todo
pagado con el dinero del pueblo.
Y, lo
más fresquito, los legisladores respaldan la reciente ley de Fortalecimiento de
la Contraloría para que supervise incluso al mismo mandatario.
Sin
embargo, persistiendo en actuar al margen del sentimiento ciudadano, dicha
norma impide la fiscalización externa del parlamento.
¿Para
eso los elegimos...?
En un país
en vías de desarrollo, con tantas limitaciones y necesidades como el nuestro,
esta clase de lujos y preferencias resultan una ofensa.
Si se
exige trabajo y sacrificio a la gente común y corriente, el ejemplo debe partir
de quienes fueron ungidos por el voto popular para servir, según sus propias
palabras cuando estaban en campaña.
Olvidar
el sabio compromiso adquirido con los electores genera reacciones adversas. Un
sinsabor, resentimiento, insatisfacción y hasta rechazo a la clase política.
Es
posible que solo así, se explique el inaudito e inusual comportamiento de
aquella iracunda ciudadana en perjuicio de un congresista.
Ojalá
que esta acción sirva para hacerlos reflexionar y reorientar su actuación en el
futuro...
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