Víctor Hugo Paredes, en una foto del autor de este blog, meses antes de su inesperada partida.
Tres
años se cumplen, mañana 12 de mayo, de la última vez que compartimos con Víctor Hugo Paredes
Florián, exdirector de SATÉLITE.
Amigo
de toda la vida y, sobre todo, excelente periodista. Mantuvo durante casi tres
décadas la conducción de este vespertino.
Llegó
a esta casa editora siendo aún muy joven. Venía con la experiencia adquirida
como reportero en un canal de televisión local
Con
esa pupila para encontrar talentos que lo caracterizaba, el "Chino Loli",
Lorenzo Kcomt Kooseng, lo trajo a SATÉLITE y se quedó para siempre.
Desde
el primer día como redactor, se interesó por la búsqueda de la noticia e
investigación de los hechos que así lo requerían.
Con
el transcurrir del tiempo, la empresa le encomendó la dirección del diario.
Desde
el momento que asumió esa responsabilidad. Lo hizo con el mejor de los
propósitos. Dio todo de sí. El periodismo era su pasión.
Su
preocupación se concentró en ofrecer la noticia de último momento. El suceso más
fresco de la mañana y el acontecimiento de mayor impacto.
Ese
interés de su parte era constante. Permanente. La "salsa" que le daba
el sabor a nuestra publicación cada tarde.
El
resultado se reflejó en el interés de sus lectores y seguidores. Tuvimos que
aumentar el tiraje para colmar sus expectativas.
Aquel
comprensible afán hizo que SATÉLITE se convirtiera en el preferido de los
trujillanos y lo más importante en la vida de su director.
Víctor
Hugo fue el hombre que nació, con un periódico bajo el brazo, en el cálido y
apacible pueblito de Cajanleque enclavado en el valle Chicama.
Una
acogedora población a la que recordaba con especial cariño y consideración. Hay
numerosas anécdotas que lo confirman.
Como
aquella que hacía alusión a una maratón organizada con motivo del aniversario
de la fundación de su tierra natal.
"Los
atletas recorrerán las avenidas principales de la ciudad y cruzarán el río que
rodea la población...", comentó alguna vez.
"Tengo
que hablar bonito de mi pueblo aunque aún no haya avenidas y sea una acequia lo
que pasa cerca...", comentaba entre risas..
Franco,
sincero, sencillo, alegre y leal. A pesar del cargo que desempeñó, traslucía su
humildad.
Solía
evocar las limitaciones de la infancia. Cuando acudía descalzo a la escuelita
fiscal donde aprendió las primeras letras. Una circunstancia que no lo avergonzó.
Ya
en el escritorio y frente al ordenador, cumpliendo su trabajo, se transformaba.
Chequeaba
el cuadro de las últimas comisiones dejadas la tarde del día anterior y
verificaba su cumplimiento.
Llamaba
o disponía hablar con los contactos de las comisarías, hospitales y la compañía
de bomberos.
Verificaba
las agencias de noticias por internet y ordenaba redactar las notas de las
página dos y tres con las fotos adjuntas.
Llegaba
así la hora del cierre de edición. Los minutos de mayor tensión. Cuando la
adrenalina sube al tope. Es el clímax en la edición de un periódico.
Aquel
que se vive el SATÉLITE todos los días entre las diez y once y media de la
mañana.
"Ven
a verme después de cerrar o llámame al mediodía. Nunca antes...",
recomendaba a los amigos cuando preguntaban por él.
Así
era Víctor Hugo Paredes, quien representa un significativo aporte para que
SATÉLITE sea su periódico favorito...
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