Charles Aznavour en la portada de uno de sus discos de larga duración en español.
Se
vivía la inolvidable década de los años sesenta. Un tiempo que nunca se fue.
Cuando
ser joven era símbolo de rebeldía. Pero una rebeldía sana. Sin un solo ápice de
maldad.
Donde
la gente se conocía, enamoraba y casaba escuchando y bailando lo máximo del romanticismo
musical representado por los boleros.
Y,
yendo contra lo tradicional, apareció el frenético ritmo del rock que alcanzaba
el clímax con las volteretas de las chicas sobre la espalda de su pareja.
Para
los más tranquilos surgió el rock lento que pronto cambió su denominación por
el de balada.
¿Saben
por qué se llamó así...? Porque los intérpretes al terminar algunos versos o al
finalizar la canción semejan el balido del ciervo.
El
verbo de la voz balido es balar. ¡He allí el origen del nombre balada como
ritmo musical...! Ahora, ya lo saben.
Volvamos
al motivo de esta nota. En los sesenta la parte occidental del planeta fue
inundada de baladistas.
Muchas
de sus canciones se siguen escuchando hasta la actualidad a través de emisoras
dedicadas exclusivamente a evocarlas.
Entre
esos cantantes emergió el francés Charles Aznavour quien experimentó una original
anécdota en sus inicios.
Siendo
un joven como cualquiera, se le ocurrió anunciar que deseaba ser cantante. Buscó
un promotor y recibió un portazo en la cara.
Como
le hubiese ocurrido el autor de este artículo. Le dijeron que no era guapo. No
tenía buena voz. Y, para remate, que era de baja estatura.
No
hizo caso a nadie. En lugar de darse por derrotado y dedicarse a otra
actividad, decidió hacerse por sí solo.
Empezó
a componer la letra de varias canciones. Tuvo algunas presentaciones. Pronto se
hizo popular y triunfó en los escenarios.
Su
fama desbordó las fronteras de Francia hasta convertirse en el cantante galo
más conocido del mundo.
Superó
las barreras del idioma. Aprendió español y sus melodías figuraron en los tops de preferencia
en el Perú.
Éramos
jóvenes aún cuando nos hizo soñar con su tema "Venecia sin ti",
algunos de cuyos versos dicen:
Qué profunda emoción
recordar el ayer
cuando todo en Venecia
me hablaba de amor
recordar el ayer
cuando todo en Venecia
me hablaba de amor
en el atardecer
tu lejano recuerdo
me viene a buscar
que no puedo olvidar
hoy Venecia sin ti
qué triste y sola está...
Charles vendió más de
cien millones de discos en los cerca de ochenta años que duró su carrera
artística.
Hace unos años,
Hollywood lo invitó para estrenar una placa con una estrella en su honor en el
Paseo de la Fama.
La madrugada del
lunes último, Aznavour falleció en Alpilles, al sur de Francia
Tenía 94 años y,
en cartera, encontraron firmados algunos contratos para presentarse en los próximos
meses.
Charlas Aznavour
es el símbolo del éxito. De la lucha contra la adversidad y el tributo al coraje y la
constancia.
Un personaje que con
su vida escribió una lección, Aquella que enseña a jamás rendirse ante el
infortunio y luchar mientras haya fuerzas.
¡Adiós a una
leyenda de las baladas...!
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