Alberto Fujimori y Jamil Mahuad se abrazan y unen a dos pueblos hermanos. Ocurrió hace 20
años. (El Comercio).
De los
cinco países con los que limita el Perú, con Ecuador ha sostenido la más prolongada
secuencia de problemas fronterizos.
Empezaron
en 1830 cuando, por razones políticas, se disolvió la recién creada república
de la Gran Colombia.
Desde
entonces, los vecinos del norte consideraron tener posesión sobre los
territorios de Tumbes, Jaén y Maynas.
Sus
pretensiones se mantuvieron a través del tiempo generando un marco de
hostilidades entre ambas naciones.
Las
dificultades estallaron en la guerra de 1941 que concluyó con el Tratado de
Paz, Amistad y Límites, firmado el año siguiente en Río de Janeiro.
Y, cuando
se pensaba que con ese acuerdo terminaban largos años de inestabilidad, ocurrió
lo contrario.
Una de
las causas fue que el documento no determinó los hitos de demarcación en 78
kilómetros de frontera.
Además,
Ecuador insistió en solicitar acceso directo a las orillas del río Amazonas lo que nos
perjudicaba de manera sustancial.
El gobierno
peruano recurrió a argumentos históricos y jurídicos para defender nuestra
soberanía.
En la
práctica, la situación permaneció
inestable. Los conflictos militares se repitieron en 1981 y 1995.
La última
conflagración terminó el 17 de febrero de ese año con la Declaración de Paz de
Itamaraty.
Allí se
acordó el cese del fuego, el retiro de las tropas de los linderos y el nombramiento
de misiones de observación.
Hasta
que el 26 de octubre de 1998, hace 20
años, se firmó el Acta de Brasilia que finalizó con más de siglo y medio de discusiones
y guerras.
La
rubricaron los presidentes Alberto Fujimori y Jamil Mahuad quienes se abrazaron
uniendo el corazón de pueblos nacidos en las mismas raíces ancestrales.
Confirmaron el acto Fernando Cardoso, de
Brasil, Carlos Menem, Argentina, Enrique Frei, Chile y Tomás MacLarty, representante
de Bill Clinton, Estados Unidos.
Oficiaron
de testigos los reyes de España Juan Carlos I y su esposa Sofía.
Más
tarde, el Acta de Brasilia fue conducida al Vaticano para ser bendecida por el
Papa Juan Pablo II.
Desde
ese momento, las relaciones entre los dos países se desenvuelven en el más
amplio ambiente de armonía y tranquilidad.
Aquella
anhelada paz, hecha realidad hace dos décadas, hermana a Perú y Ecuador para
siempre...
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