Bolsas de basura arrojadas por malos vecinos en la berma central de una transitada avenida de Trujillo.
Puede parecer una
utopía pero, aunque Usted no lo crea, hubo un tiempo en que Trujillo fue
denominada como la ciudad de la limpieza y el orden.
Sucedió a mediados
del siglo anterior. Tenía en esa época mucho menos población que ahora.
En ese entonces, la
gente misma se preocupaba que sus calles, plazuelas y mercados lucieran
impecables.
Con los años, arribaron
procedentes de distintas zonas de la región oleadas de familias que fueron
estableciéndose en los alrededores.
Y, a la par que
ellos iban consolidándose en los asentamientos humanos, la ciudad fue perdiendo
esa prestancia que logró ubicarla en un lugar expectante.
Hasta llegar al
momento actual en que los desperdicios aparecen esparcidos por el sitio menos
imaginado. Incluyendo la misma plaza de armas.
Para contrarrestar
esa falta de civismo, las últimas gestiones edilicias instalaron tachos de
basura en diferentes puntos de la urbe.
Y, en una evidente
ausencia de identificación con lo nuestro, los recipientes fueron sustraídos de
manera sistemática sin lograr identificar a los culpables.
Comer o beber en la
calle y arrojar los deshechos en la vía pública o sacar la basura fuera del
horario señalado, es casi común para muchos.
En algunos casos las
escasas áreas verdes, que superviven pese a la ausencia de riego, son
aplastadas por la basura dejada por malos vecinos.
Incluso la pequeña
propaganda comercial introducida debajo de la puerta, en vez de ser recogida,
es arrojada con la punta del pie hacia la vereda.
Esas negativas
actitudes, a lado de otras, nos han
hecho perder el título de ciudad limpia. ¡Lo lamentamos de veras...!
La actual
administración municipal, agobiada por problemas y la falta de capacidad, desde
abril pasado tercerizó el recojo de los residuos.
El convenio motivó
observaciones que se mantienen. Al extremo que varios candidatos a la alcaldía
han adelantado resolver el contrato. Algo que no es tan fácil.
A ello se añade la
investigación fiscal iniciada al alcalde y al gerente del Segat por el proceso
de tercerización del servicio de limpieza.
Cumpliendo lo
acordado, el consorcio Trujillo limpio ha reinstalado papeleras y recolectores
de acero en algunos sectores.
Desempeña su labor
en tres turnos con horarios determinados dentro y fuera de la avenida América.
Sin embargo, el
problema persiste pues no se ha logrado erradicar la totalidad del medio
centenar de puntos críticos encontrados.
Entre ellos, los
muladares existentes en las inmediaciones del mercado La Hermelinda donde se
evidencia la falta de colaboración de ciertos propietarios.
Es posible que
parte de la dificultad resida en que no se cumplió con el anunciado programa de
sensibilización en la población.
Al respecto, las
campañas no solo deben concentrarse en los hogares, sino ingresar a las aulas
de los centros educativos en todos los niveles.
El propósito es
remover la conciencia y el sentimiento ciudadano en torno a que la limpieza y
belleza de Trujillo solo depende de sus pobladores.
Es importante
enseñar desde los primeros años a los niños la importancia de seleccionar los
residuos como el primer paso para su posterior reciclaje.
Así mismo, el
gravísimo daño que la basura acumulada causa a la salud, al medio ambiente y al
planeta en su conjunto.
Un serio compromiso
para la nueva administración edil es trabajar para erradicar el mínimo vestigio
de desperdicio que desluce y arrebata la brillantez que Trujillo se merece.
El nuevo alcalde, sus
regidores y gerentes tienen es ese sentido un desafío y una responsabilidad con
sus electores y la comunidad trujillana...
No hay comentarios:
Publicar un comentario