Una de las miles de imágenes que dejaron los desbordes en Trujillo. El dinero para la reconstrucción debe ser empleado con responsabilidad y transparencia.
Poco
a poco la calma va regresando a Trujillo. Aunque el aire polvoriento no se
disipa del todo y aún se observan ciertos costales de arena.
Conductores,
personas que viven y caminan por el cruce de la avenida América y Miraflores,
se quejaban que todo seguía igual.
Reclamaban
que hubo inexplicable demora en limpiar el área que se extendía hasta las
avenidas del Ejército y Santa.
Ahora
todo está en manos de las autoridades, escribimos en un artículo anterior. Y es
cierto.
No
hay que esperar más. El tiempo pasa volando. Y habrá responsabilidad penal si
se repiten los errores del pasado.
Muchos
opinan que debemos prepararnos para evitar desbordes en los próximos quince o
veinte años.
¿Quién
asegura que sea así...? ¿Es que acaso la desgracia no puede presentarse el verano
próximo...?
Las
múltiples variables del ecosistema son impredecibles. Debemos empezar a
trabajar ahora mismo.
Urge
contactar con profesionales, especialistas y técnicos en la materia para
explorar el problema desde sus mismos orígenes.
Efectuar
el estudio de inclinación de quebradas, dirección de las vertientes, análisis
de suelos y todo aquello que sirva de referencia.
Seguir
el recorrido del cauce de los desbordes que tanto daño nos causaron y ver la
forma de embalsarlos en represas o desviarlos por áreas despobladas hacia el
Pacífico.
En
la llanura es de vital importancia delimitar los hitos para dejar libres las
zonas de peligro.
Nadie
debe poner un pie en esos lugares por ser calificados de alto riesgo.
A
pesar que en momentos de pleno infortunio ya se hablaba de inescrupulosos que trataban
de ocupar esos terrenos.
La
justicia debe ser implacable con estas personas. No solo por buscar apropiarse
de las tierras del Estado, sino por pretender estafar a la gente.
El
gobernador regional adelantó que se denunciará a los traficantes del contorno
que tratan de usufructuar con la necesidad de familias humildes.
Una
de las últimas citas del COER acordó solicitar a la Administración Nacional del
Agua información actualizada sobre quebradas, ríos y poblaciones.
Los
datos complementarán saber la magnitud del problema y de base para aplicar propuestas técnicas que eviten desgracias ante
futuros fenómenos climáticos.
Ese
inventario permitirá formular el plan regional de reconstrucción que será
enviado al gobierno que asignará los recursos requeridos.
Por
su parte, el presidente ha declarado que existe el dinero suficiente para
restaurar las regiones afectadas.
Esa
es una garantía y debe constituir el mejor respaldo para quienes lo perdieron
todo y quedaron solo con la ropa que vestían aquellos aciagos días.
Esperamos
que los informes y trámites lleven el membrete de suma urgencia para evitar
retrasos. El tiempo apremia.
No se puede dar un solo día de ventaja. Ya
transcurrió un mes del primer desborde. Los rezagos y temores aún persisten.
Queremos
advertir que la premura no signifique improvisación, ni llenar documentos sin
sustento.
Eso
sí. Actuar con seriedad, capacidad y compromiso a una colectividad que desea
vivir segura frente a cualquier eventualidad de la naturaleza.
Y,
cuando llegue el dinero, ante el que algunos ilusos claudican, emplearlo con
honestidad y transparencia...
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