jueves, 6 de abril de 2017

Trujillo, unos días después: ¡Lo que la tragedia nos dejó...!

 
Morros de tierra acumulados entre la tribuna de orienta del estadio Mansiche y la Piscina Olímpica de Trujillo.

          Han transcurrido varios días de los aciagos momentos que el desborde de la quebrada de San Idelfonso inundó el centro cívico y llegó hasta Víctor Larco.

          El insólito suceso se repitió siete veces. Después, Trujillo mostró un pavoroso panorama de montículos de arena, tierra y aire polvoriento.

          Superar esa terrible apariencia originó situaciones de diversa índole y perennizó instantes que quedaron para la posteridad. He aquí algunos:

          ¡Abusivos...! Quienes se aprovecharon de la desagracia fue la mayoría de taxistas y colectiveros. Añadieron uno, dos o más soles al servicio normal.

          En el colmo de la falta de identificación con la gente trataban de justificar la supuesta alza "porque debían transitar por una zona polvorienta..."

          Debido a la escasez y elevado precio de los alimentos hubo restaurantes que aumentaron el valor de los menús del mediodía.

          A propósito de esos establecimientos. Muchos atendieron abriendo una sola puerta para evitar que el polvillo invada sus instalaciones.

          Para cumplir con la tarea de limpiar Trujillo, varias autoridades de la provincia y la región salieron a la calle provistos de escobas y botas.

          Según las fotos difundidas en la red por un diario de circulación nacional, el gobernador regional lo hizo con chaleco y mascarilla, aunque solo se cubrió la boca.

          ¿No hubo siquiera uno de sus asesores para aconsejarle que, del mismo modo, debía protegerse las fosas nasales...?
El gobernador regional en plena tarea. Nótese que la mascarilla solo le cubre la boca. (Foto Johnny Aurazo. El Comercio).
          El día que el municipio local distribuyó quinientas escobas y recogedores para asear la ciudad habían más implementos de limpieza que voluntarios.

          Lo triste fue que entre quienes barrieron solo algunos usaban mascarillas. El resto tuvo que respirar y tragarse las nocivas partículas.

          Las intensas lluvias que soportamos motivaron que la venta de calaminas, materiales de construcción y hasta baldes, se multiplicara.

          Desde el punto de vista de la infraestructura vial, las que sufrieron los peores daños fueron las pistas y veredas.

          El asfalto, en ciertos casos por el pobre material utilizado, fue arrastrado por la corriente dejando las vías con huecos y rajaduras de toda dimensión.

          Hay avenidas de alto tránsito como América, España, Vallejo, Villarreal y otras donde aparecieron profundos hoyos que aún no son resanados.

          Parte de la población quedó tan traumada que levantó muros de ladrillo en la puerta de sus casas y hasta ahora se resiste a retirar los sacos de arena.

          En los días posteriores a la inundación la mayoría de choferes no respetó la luz de los semáforos generando mortificantes congestiones.
Luego de  la limpieza de las calles aparecieron peligrosos huecos en las pistas.
          Una casi olvidada imagen de años remotos revivió a causa de la escasez de agua potable en el centro histórico, alrededores y distritos.

          Fue común ver a personas cargando baldes, bidones y toda clase de recipientes con agua para asearse y preparar las comidas.

          Aparecieron especuladores vendiendo el líquido vital al precio que se les antojó, sin que nadie hiciera algo para evitarlo.

          Jalón de orejas a los consejeros regionales por el suculento desayuno mientras trataban sobre la desgracia. Tal vez el dinero debió darse a los damnificados.

          Cuando la calma retorne, todo quedará en manos de las autoridades. Nadie, en absoluto, desea que la tragedia se repita...

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