Imágenes de la hermosa lección de civismo que dieron los japoneses en Rusia. (Agencias).
Una
especial peculiaridad poseen los campeonatos mundiales de fútbol que se
realizan cada cuatro años.
Además
de concentrar a las mejores delegaciones deportivas de las naciones del
planeta, convocan a hinchas y aficionados.
Dentro,
y especialmente fuera de los escenarios, las comitivas turísticas intercambian
modos, costumbres y culturas.
En esta relación entre las personas, al
encontrarse, coincidir y compartir por primera vez, se evidencia la educación y el respeto.
Por su
propia voluntad o incentivados por el gobierno, los ciudadanos del país
anfitrión se esmeran en atender de la mejor manera a los visitantes.
En la casi
totalidad de las ocasiones establecen un singular vínculo de amistad que se
prolonga, incluso, después del momento de partir.
Sin
embargo, este tipo de circunstancias no está exento de excepciones.
Como el
caso del peruano que, aprovechándose de la inocencia de una dama soviética y su
desconocimiento del idioma, le hace repetir palabras indecorosas.
Y, en
el colmo de la falta de honestidad y decencia,
colgó varios videos en las redes sociales para vergüenza nacional.
El
sujeto ha sido identificado con nombres, apellidos y edad. El ministerio de Relaciones
Exteriores o una entidad estatal, deben actuar para sancionarlo a su retorno.
O el
diálogo que sostuvo un reportero capitalino con un hincha mexicano luego de la
victoria de los charros sobre Alemania.
Emocionado,
el aficionado azteca declara ante las cámaras que los germanos habían probado
el chile (ají) mexicano.
Haciéndose
el gracioso, el hombre de televisión le formula una bochornosa interrogante:
-- ¿Y cuántas rusas han probado el chile
mexicano...?
La
entrevista resultó de tan mal gusto que obligó a un conocido periodista deportivo
limeño a pedir disculpas públicas a los televidentes.
Para
salir del aprieto en que se había metido, el agresor publicó en su cuenta:
-- Si consideran que no era la frase
adecuada, pido disculpas.
Por
supuesto que no era la expresión correcta. Cometió un gravísimo error. Y es
imposible que no se haya percatado de ello.
En
contraste con estas circunstancias para el olvido, que esperamos no se repitan,
los japoneses nos dieron una hermosa lección de civismo.
Ocurrió
en las tribunas del estadio Mordovia Arena de Saransk,
luego de la inesperada victoria de Japón sobre Colombia.
Videos y fotografías, que se han hecho virales,
muestran a los orientales juntando papeles, vasos, botellas y demás objetos usados.
Provistos
de gigantescas bolsas plásticas y con inusitado afán, recorrieron las
escalinatas portando banderas o toallas niponas que los identificaban.
"Termina el partido y los hinchas
japoneses, que salieron ganadores hoy, recogen la basura del estadio. Se
aprende todos los días", escribió el periodista Juan Carlos Vélez en twitter.
Esta
ejemplar actitud de los hijos del Sol Naciente no es nueva. La realizan desde
muchos años atrás.
Mientras
perversos connacionales, con un sentido totalmente distorsionado de hombría,
empañan nuestro prestigio, otros enaltecen el suyo.
Hay aún
mucho que trabajar en el Perú por fomentar la educación y la cultura para no
quedarnos a la zaga de los países desarrollados...
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